El legado gráfico que posee Chile, es un caudal de formas, colores, técnicas, tipografía, ilustraciones, grabados, afiches, billetes, boletos, sellos postales entre tantos otros, todo este conjunto de objetos forman parte de los bienes culturales que poseemos como nación. Y una nación construye su memoria a través de todo aquello que, de una u otra forma, es un registro y un testigo de la historia y su desarrollo. Cuando hablamos de “patrimonio gráfico”, estamos hablando precisamente del reconocimiento de aquellos objetos gráficos que han testificado sobre parte de nuestra historia, pero no sólo en su contenido sino también en la forma de transmitir dicho contenido; Por esa razón podemos decir; que los afiches de la Polla Chilena de Beneficencia son parte del patrimonio gráfico de Chile, porque fueron objetos con una función específica, realizados en un momento específico, con una técnica determinada, que los hace trascender en ese tiempo y espacio, son objetos que son reconocidos por un colectivo; Las imágenes del patrimonio gráfico actúan como catalizadoras y removedoras de la conciencia, nos generan reflexión y proximidad, un sentimiento de pertenencia a un país llamado Chile, nos sentimos “chilenos”, nos reconocemos. Por esa misma razón, los sellos postales chilenos que se han transmitido por tanto tiempo, también son objetos culturales, que tienen una función específica (señal del pago de la correspondencia) y que además han sido transmisores del patrimonio, de la historia y de la memoria de nuestro país; a través de ellos, el resto del mundo ha conocido más sobre nosotros. De está manera existe un legado y un trabajo gráfico aún por redescubrir. Un legado desplegado en diversos objetos gráficos como por ejemplo los ya mencionados y un trabajo gráfico como el aporte de un Mauricio Amster al diseño editorial chileno, entre otros.
Muchas personas culpan a la globalización; como un fenómeno avasallador de las identidades, de la memoria colectiva, de romper con el sentido de pertenencia, pero también olvidamos que la globalización también es un fenómeno que nos acerca, que nos reúne y que, finalmente, las culturas y las identidades se van transformando día a día, que todo es un proceso y que tenemos que saber enfrentarnos desde lo local a lo global sin miedos. Chile es un país diverso en términos culturales, muchas veces olvidamos que justamente ése es nuestro factor característico: la diversidad; pero queremos al mismo tiempo que se diga “Chile” y que se piense en un sólo elemento identificador, cuando lo que más enriquece a nuestra cultura es precisamente esa diversidad; de subculturas, idiomas, geografía, religiones, creencias, costumbres, tradiciones, frutas, animales, colores, texturas, clima etc.
Pero, ¿De que manera la disciplina del diseño puede intervenir culturalmente en una sociedad, generando un verdadero aporte para la identidad nacional y la memoria colectiva a través del patrimonio gráfico? Si existe un patrimonio gráfico que rescatar, registrarlo y comunicarlo, esa es tarea del diseñador, son los diseñadores gráficos quienes precisamente cuentan con el conocimiento, herramientas y todas las capacidades para generar proyectos que se vinculen con temas culturales, pero no se trata de ir rescatando y registrando, se trata de una reflexión sobre el rol social que se posee, mal que mal el asunto del patrimonio es un asunto de todos, nos pertenece a todos y todos, como ciudadanos, tenemos el derecho al disfrute y al deleite de él. Tal como lo señaló Clara Budnik, directora de la Dibam (Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos), en el VII Seminario sobre Patrimonio Cultural el año 2005, acerca del patrimonio: “No se trata de catalogar objetos, se trata de recrear con ellos, de reinterpretarlos, de contextualizarlos, de abrirlos a nuevos sentidos, generando nuevas formas de relacionar el patrimonio con un mayor número de personas”, y exactamente en esas palabras la labor del diseñador cobra mayor fuerza y responsabilidad, ya que son los profesionales que tienen el poder de generar esas nuevas formas de presentar los bienes culturales reconocidos por un colectivo, pero muchas veces no valorados por él, porque en muchos casos la forma en que se presenta ese legado gráfico, ese bien cultural, no es el más apropiado, por lo tanto, es el tiempo de reflexionar sobre cómo generar objetos culturales, objetos que pongan en valor el patrimonio gráfico chileno y, de esa forma, contribuir a fortalecer el sentido de pertenencia y la memoria colectiva, y a valorizar el trabajo de los grandes aportes que se han realizado para la historia del diseño gráfico chileno. Es el tiempo de reflexión, porque en Chile el diseño cada día toma más fuerza, se realizan bienales y; congresos; los diseñadores se reúnen en comunidades, juntas, sindicatos, colectivos etc., se debate en torno a diversos temas del diseño, se generan proyectos interdiseñadores, se hacen remixes gráficos con imágenes del pasado, se hacen más publicaciones y cada día se crean nuevos proyectos...porque en Chile se está diseñando.
